Teide, el gigante rojo

Por Enrique López Mondragón

Teide, el gigante rojo.
El Teide o Echeyde en la lengua guanche, es el pico más alto de España con 3718m sobre el nivel del mar y cerca de 7000m desde el fondo del océano. Es Parque Nacional desde 1954, Patrimonio de la Humanidad desde 2007 y no en vano se le considera uno de los Doce Tesoros de España. Parecen ingredientes mas que suficientes para atraer cada año viajeros, montañeros, senderistas y turistas de todas partes del mundo.
El Teide da nombre a la isla de Tenerife. Para los benahoritas, los aborígenes de la isla, Tiner significaba blanco e Ife montaña, ya que la mayor parte del año la cima del Teide estaba cubierta por la nieve y podía ser vista desde muchos kilómetros a distancia. En tiempos lejanos debía ser fascinante viajar a la isla en barco y mucho antes de llegar ver la cima nevada de la montaña.
Creo que es esa magia de viajar a un pedacito de tierra en mitad del océano y en mi caso una “obsesión” por viajar a cualquier sitio donde haya una montaña lo que nos llevó este verano a las Canarias. Con la vista puesta en la isla de la Palma, comenzamos a planear el viaje, pero… cómo íbamos a pasar de largo Tenerife, cómo conformarse con ver desde el avión esa colosal pirámide de 4 km de altura. Así que, sin dudarlo, primer destino, Tenerife.
Ya en marcha, antes de que el avión tomase tierra, lo primero que te llama la atención son los enormes desniveles de la isla y cómo estos marcan el clima, nubes bajas estancadas en la ladera norte y sol al sur. Este primer día en la isla lo aprovecharíamos para descansar y hacer un poco de turismo, la isla lo merece. Al día siguiente teníamos reservadas dos plazas en el refugio Altavista para pasar la noche.
La ascensión al Teide está regulada y es necesario obtener un permiso para subir. Las opciones son dos: conseguir un permiso que te autoriza subir a la cima durante unas horas determinadas del día o pasar la noche en el refugio. Nosotros optamos por la segunda, en tal caso no es necesario conseguir el permiso, únicamente conservar el resguardo de pasar la noche en el refugio y subir y bajar antes de que empiecen los horarios de subida regulada. El punto de partida de la ascensión comienza en un pequeño aparcamiento un par de kilómetros más arriba de la base del teleférico. Durante la primera hora y media se avanza por una pista ancha y polvorienta y apenas se gana desnivel.

Poco a poco rodeamos la montaña y ante nuestros ojos aparecen los restos de una antigua erupción que se detuvo cerca de por donde ahora subimos.
En unas eses que hace la pista encontramos unas rocas redondeadas que nos llaman la atención, los Huevos del Teide. Por lo que explica un cartel, son rocas que bajaron rodando mas rápido que la lengua de lava y allí se detuvieron. Poco después termina la pista y comienza una senda muy marcada que, en fuerte ascenso, nos lleva al refugio Altavista. A nosotros nos costó 1 hora y media este tramo. El refugio está muy bien atendido y dispone de literas y mantas para dormir. El inconveniente es que en este sitio el agua potable es una utopía y la tienes que llevar o comprar embotellada a precio de oro. En verano el refugio suele estar completo y a todo el mundo le gusta madrugar para ver el amanecer desde la cima, de modo que el día siguiente se convierte en una peregrinación de frontales en la oscuridad. Nosotros llegamos con noche casi cerrada a la cima. Si el día esta claro, la sombra del Teide se extiende por el mar y en el horizonte se ve una figura negra como una pirámide que es la sombra del Teide. Nosotros no tuvimos la suerte de verla debido a la calima, aunque fue algo muy emotivo esperar a que el sol naciera desde el punto más alto de España, eso sí, casi nos quedamos congelados.

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