Cuenca, España / Foto: Celio Pires (unsplash)
Cuenca, España / Foto: Celio Pires (unsplash)

Cuenca en 24 horas: qué ver y visitar

La ciudad es un laberinto de callejones, colinas y plazas medievales y está rodeada de un espectacular entorno natural dominado por bosques de pinos y agua.

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Esta ciudad fortificada es conocida por sus empinadas colinas, por lo que el mejor lugar para comenzar su tour es la zona alrededor del castillo. Su primera parada podría ser las ruinas de esta antigua fortaleza morisca en el punto más alto del casco antiguo de la ciudad. Desde lo alto hay hermosas vistas de la Hoz del Río Huécar, el recodo del río que casi rodea la ciudad.

En el descenso se llega a un mirador con maravillosas vistas sobre el otro río que rodea Cuenca, la Hoz del Júcar. A continuación, bajamos por una escalera de piedra hasta una explanada con frondosos árboles y el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, una encantadora ermita del siglo XVII construida sobre las ruinas de otra anterior.

Pasee por sus calles y descubra las delicias de la Cuenca medieval. Las calles principales convergen en la Plaza Mayor donde se encuentra la Catedral de Santa María y San Julián, construida en los siglos XII y XIII sobre una antigua mezquita. La estructura es una mezcla de estilos gótico, renacentista y barroco. La monumental fachada está acompañada por los coloridos muros y balcones de hierro forjado de las mansiones señoriales adyacentes.

En la terraza de uno de los bares de la plaza se puede hacer una parada para descansar y probar algunos de los platos típicos de la ciudad, como el morteruelo (paté de hígado de cerdo, especias y migas de pan) y el ajoarriero (bacalao con patatas, ajo, aceite de oliva y perejil).

A menos de un minuto a pie se encuentra el mayor rasgo distintivo de la ciudad: Las Casas Colgadas, construidas en el siglo XV, con balcones de madera que se asoman a los acantilados sobre el río Huécar. En el interior de estos extraordinarios edificios se encuentra el Museo de Arte Abstracto Español, que también merece la pena visitar.

Allí sólo hay que cruzar el Puente de San Pedro, otro de los símbolos emblemáticos de la ciudad, de diseño único en hierro y madera, para llegar al Convento de San Pablo, que ha sido restaurado y que ahora es un Parador de Turismo.

Los alrededores de Cuenca son un paraíso natural y ofrecen al visitante una ventana abierta al pasado en los yacimientos arqueológicos de Segóbriga, Valeria y Ercávica, con restos de foros, una necrópolis y edificios de la época romana.


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