Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata

Como Eslovaquia no va a ser todo su capital (aviso para navegantes, si estás haciendo el interrail y caiste por Bratislava, coge uno de los muchos trenes que parten de la capital y pon rumbo al este), alquilamos un bólido, tomamos dirección Eslovaquia Central para conocer el país. Campos de cereal, cultivos de girasol y maíz se suceden frente a la ventanilla, estamos en la Eslovaquia más occidental, zona agrícola. Montones de paja aparecen aquí y allá, parece que aquí también han cosechado. Conforme nos movemos más al este los bosques van ganando terreno. Eslovaquia Central está cubierta de frondosos bosques. Nuestra vista se fija en montañas sobre el horizonte: los Tatras Occidentales, los más suaves Bajos Tatras, Malá Fatra y Veľká Fatra, y, ya más lejos, los Altos Tatras (más adelante nuestro destino); y en castillos que culminan pequeñas colinas y que salpican todo el país.

Castillo Bojnice
Castillo de Bojnice

De entre los numerosos castillos, se remarca el de Bojnice, que por ahí lo describen como de cuento de hadas. Será porque nos traslada a épocas románticas de caballeros, príncipes y princesas azules, con su silueta de torres, chapileles verdosos. Bueno, que poco se diferenciará del estereotipo de castillo de princesas de un cuento. En cuanto apareció su silueta sobre el horizonte, nos desviamos de nuestro camino hacia el este para parar y visitarlo. Pero no tuvimos suficiente y decidimos entrar a verlo por dentro, por lo visto, el último propietario del castillo, amante del arte, lo restauró y fue coleccionando obras, antiguedades, que almacenaba en los espacios del castillo. Primera habitación: que gracia esto de asistir a una visita guiada en eslovaco; segunda habitación: no importa, me concentro en lo que veo y, total, aquí en este panfleto lo pone todo en castellano; tercera habitación: por favor, que ….; cuarta habitación, me he aburrido de leer, y esta tía que no se calla, si total no me entero de nada, y ahora se ríe todo el mundo, será un chiste, ¿me río yo también? … por favor, que se acabe esto ya (amantes de las antiguedades y del arte pueden obviar lo que acabo de escribir).

La tarde va dejándonos y empieza a llover, arrecia y lo que habían sido unas gotas se convierte en toda una tromba de agua que nos hace conducir por calles totalmente cubiertas de agua, a momentos parece que conducimos por un río. Creo que todo sea tan verde no es por casualidad. Así llegamos a una zona de tradición minera, al menos en el pasado. «Banská» significa minería, y a ella debe la zona su esplender de antaño. Durante la edad media aparecieron ciudades mineras reales que sustentaban el imperio de los monarcas húngaros. Épocas de esplendor para la zona, para estas ciudades: Banská Štiavnica, Banská Bystrica y otras, en las que el oro y la plata de las vetas de su suelo significaba riqueza y poder. Luego, el subsuelo empezó a no proveer en abundancia y ya en el siglo XVII las minas estaban agotadas.

Banská Štiavnica es una pequeña ciudad de unos 10.000 habitantes, enclavada entre montañas, pero que tiene un casco antiguo que no envidia … de los que decimos con encanto ¿Cómo, en una ciudad tan pequeña? Por la zona debieron correr tiempos expléndidos. Sin duda, un buen lugar para hacer noche. Al día siguiente, en la plaza de la Trinidad nos espera un mercadillo con artesanía y gastronomía del lugar, parece que elegimos buena fecha para acercarnos por aquí. Cerca de la ciudad, a 1 o 2 km, existen unas minas que se pueden visitar, nosotros lo intentamos, pero llegamos antes de que abrieran.

Plaza Banská Bystrica
Plaza de Banská Bystrica

De nombre parecido, pero esta más grande, Banská Bystrica, también creció a la sombra de la minería. La plaza con edificios coloridos, amplia, e iglesia, como no podía faltar. Dando entrada a la plaza un obelisco con insignias rusas. Por la fecha, en torno a la segunda guerra mundial. Esta ciudad fue donde surgió el movimiento revolucionario eslovaco contra los nazis, abriendo los brazos hacia la URSS. Los partisanos del lugar tomaron las armas. Luego, los alemanes se tomaron la revancha y en respuesta mataron y torturaron a más de 900 hombres, mujeres y niños. En la ciudad existe un museo en honor a dicho movimiento (dicen que es uno de los mejores del país). Un edificio de hormigón, grueso, robusto, como son los edificios soviéticos. En el pasillo que separa en dos el edificio, una llama se mantiene en honor a los caidos, a sus pies se levanta una estatua.

Banská Bystrica
Llama honra a los caídos (Banská Bystrica)

Evocando una era gloriosa de poder y explendor, en la que el oro y la plata de la venas del subsuelo hacían crecer estas ciudades de las montañas, llega a su fin nuestro trayecto por la zona.

Post correspondiente a la serie «Eslovaquia, la ruta
#1 Bratislava, encontrando a la Belleza del Danubio
#2 Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata
#3 Podbanské, desde las entrañas de los Altos Tatras
#4 Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
#5 Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
#6 Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto
#7 Tren Bratislava a Cracovia, una noche movida

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