Eslovaquia, la ruta

El otro día, cuando iba camino de Cracovia en tren, tuve tiempo (aunque no comodidad) para hacer un repaso a lo que había sido nuestro viaje por Eslovaquia. Imaginaros el momento: en el rellano, nada más subir las escaleras desde el arcén, al lado del baño y entre las puertas del vagón. Allí, entre mochilas y gente dormiendo, estamos tirados por el suelo porque el vagón está repleto. Os podéis hacer una idea, no muy cómodo el lugar, pero me lance con unas líneas. De todas formas, no adelanto todos los acontecimientos, que ya habrá tiempo para transmitir de manera más sosegada lo que ha dado de sí el viaje (igual os cuenta también esto del viajecito en tren).

Eslovaquia, la ruta
Dos días en Bratislava para conocer los encantos de la ciudad y sus contrastes; para perderse y encontrarse por sus calles. De aquí, con nuestro bólido alquilado, tomamos dirección este para conocer el país. Campos de cereal, cultivos de girasol y maíz se suceden frente a la ventanilla. Eslovaquia Central está cubierta de frondosos bosques. Conforme nos movemos nuestra vista se fija en montañas sobre el horizonte: los Tatras Occidentales, los más suaves Bajos Tatras, Malá Fatra y Veľká Fatra, y, ya más lejos, los Altos Tatras (más adelante nuestro destino); y en castillos que culminan pequeñas colinas y que salpican todo el país, por ejemplo el de Bojnice, en el que paramos, y que por ahí lo describen como de cuento de hadas. Así llegamos a Banská Štiavnica, una pequeña ciudad minera enclavada en las montañas, con el gran encanto, y poderío, que le debieron dar épocas pasadas, muy prósperas, de veta fértil. De nombre parecido, pero esta más grande, Banská Bystrica, con su plaza colorida con obelisco de insignia soviética, recuerdo de un pasado turbulento reciente, y con su museo del Movimiento Revolucionario Eslovaco de edificio muy soviético. La siguiente parada ya en los Altos Tatras, zona más alta de la cordillera de los Cárpatos. Sus montañas alpinas, de cimas rocosas que se transforman en frondosos bosques con floridos claros. En estas montañas el pico Kriváň aún no siendo el más alto (prestigio que ostenta el Gerlachovský) es un símbolo de la cordillera y de toda Eslovaquia. Más al sur encontramos otro paraje natural, Slovenky Raj, «Paraiso Eslovaco». Bosques de Pino y caducifólios, recorridos por ríos en una red de cañones y barrancos. Continuamos el road trip, al fondo sobre la colina las ruinas del Castillo de Spiš, así llegamos a la acogedora ciudad de Levoča. Van pasando los días y necesitamos un cambio de registro, nos acercamos a Liptovský Mikuláš, lugar donde se encuentra el complejo turístico de Tratalandia; aguas termales, saunas, acuapark con toboganes, piscinas, música, chiringuitos… Caen los días y hay que pensar en cerrar el círculo en Bratislava, siguiente parada Trenčín, pero antes sobre las ventanillas del coche van pasando bellos valles, de bosques frondosos y ríos caudalosos paralelos a la carretera, cruzamos Malá Fatra y Veľká Fatra. Vigilando Trenčín, su castillo, sobre lo alto, da una idea de la importancia histórica del lugar. Camino de Bratislava, Trnava, la ciudad más antigua de Eslovaquia. Los bosques que nos han acompañado durante buena parte del recorrido dan paso de nuevo a los cultivos de cereales. Pasamos por los Pequeños Cárpatos, por el sur, zona vitivinícola del país, para cerrar nuestra ruta de nuevo en Bratislava.

#1 Bratislava, encontrando a la Belleza del Danubio
#2 Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata
#3 Podbanské, desde las entrañas de los Altos Tatras
#4 Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
#5 Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
#6 Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto
#7 Tren Bratislava a Cracovia, una noche movida

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