Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto

La satisfacción de ver como nuestros pasos inciertos, poco predecibles, van marcando una ruta sobre el mapa, a golpe de anécdota, de aquella decisión, elección, de la otra, mientras el pequeño Skoda va recorriendo las carreteras de Eslovaquia (este a golpe de acelerones y algún que otro trompo), todo ello sin rumbo fijo (a sí somos), tiene el inconveniente que hay momentos en los que uno pierde el norte, ese rumbo, y empiezan a asaltar las dudas, «¿a dónde carajo vamos? ¿Hacia el sur?», todo ello mientras nos miramos con caras a cada cual más indiferente. «Parece que no hay mucho que ver, pero… ¿igual algo diferente…? ¿hacia el norte? De momento vamos hacia…, a ver el Castillo de Spiš, aunque sea solo la estampa de sus ruinas sobre la colina, luego…».

Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto

Estábamos montados en el coche, pero no sabíamos hacia donde tirar. «tenemos que cerrar lo del coche de alquiler» (listos de nosotros que queremos dejar el coche en Polonia, Cracovia, pero tenemos acordado dejarlo en Bratislava) «rumbo a Poprad, al aeropuerto, que hay una oficina de nuestra rental car«. Pero cuando las cosas no quieren salir bien… La oficina estaba cerrada y nadie contestaba a ningún teléfono en todo el país (no diré que compañia era), «pero… ¿trabaja alguien en esta compañía?» No hay mal que por bien no venga, las cosas empezaban a aclararse: «rumbo a Bratislava, que a Cracovia nos iremos en tren».

Recuerdo cuando en Bratislava, mientras regábamos nuestros gaznates con jarras de cerveza en esa galería-bar, muy soviético este, el KGB, un eslovaco nos recomendaba visitar Tratalandia. Que, ¿qué es eso? Pues no es un chiquipark, aunque tenga nombre, es un complejo turístico de acuapark, aguas termales, todo ello a los pies del Alto Atras. Con media sonrisa, le explicábamos que no nos veíamos por allá, «no, a nosotros nos van más las caminatas por la montaña, no solemos acercarnos por esos lugares». Quién lo iba a decir: rodeados de bellas montañas, en un lugar idílico, aire natural que oxigena el cuerpo, mientras los cálidos rayos de luz lo cargan de energía, en un apacible…uggggrrrrrrrrrrrrrrr…a ver, recapitulo: rodeados de bellezas, en una cálida piscina termal, con un horizonte montañoso, si no fuera por el pelma ese del animador que no calla por la megafonía…, con toboganes, hamacas, chiringuitos…

Al finalizar el día tomamos dirección a Trenčín. Recorremos valles arbolados, densos bosques, anchos ríos paralelos a la carretera; estábamos atravesando Malá Fatra y Veľká Fatra. Trenčín, en lo alto, el castillo vigila el horizonte. Durante siglos fue la primera fortaleza que custodiaba este borde del imperio. Adquiró importancia sobre todo en la época en la que Hungría (a la que pertenecía también Eslovaquia) fue invadida por los turcos. Ha sido reconstruido, como muchos de los castillos de aquí, de los incendios que los convirtieron en ruinas. De camino a Bratislava, paramos en Trnava, lo que fue la ciudad más antigua de Eslovaquia, con su plaza con la Iglesia de San Juan (tiene su ambiente), su contraste con los edificios hormigonados que se enfrentan a los estilosos edificios barrocos. Luego, nos acercamos a los Pequeños Cárpatos, zona de viñas, aunque realmente no se ven muchas. Modra es el centro de esta región vitivinícola. Y así terminaba nuestro road trip, desaciendo el camino que habíamos hecho hacia el este.

Hacíamos hora en Bratislaba para coger nuestro tren, en el diario leo: «supongo que estas serán las últimas líneas del día aunque vete a saber que nos deparará el azar. Cuando uno habla de partir… Seguiremos descansando, respirando el ambiente del centro y terminando nuestra Pivo» Habíamos despejado todas las dudas que teníamos hace sólo 2 días, habíamos cerrado el círculo de nuestro periplo por Eslovaquia en Bratislava, y ahora nos íbamos a Cracovia (Polonia) en tren. Volvía a sacar el diario, claro que lo saqué, uno no se encuentra con alguien de su pueblo a tantos miles de kilómetros de casa; pero allí estaba, «pero si ese de ahí es Cesar, el catequista…», ¡qué pequeño es el mundo! Y lo volví a sacar, había que tomar nota de lo grotesco de nuestro viaje en tren hacia Polonia, pero esto es otro cantar, ya os contaré.

Post correspondiente a la serie «Eslovaquia, la ruta
#1 Bratislava, encontrando a la Belleza del Danubio
#2 Eslovaquia Central, las ciudades nacidas del oro y la plata
#3 Podbanské, desde las entrañas de los Altos Tatras
#4 Pico Kriváň, las dos caras de una misma moneda
#5 Slovenky Raj, chapoteamos entre los charcos
#6 Vuelta a Bratislava, hacia donde nos lleva el trazo incierto
#7 Tren Bratislava a Cracovia, una noche movida

Publicaciones Similares