Qué ver y hacer en Jaca, la puerta del Pirineo

A unos setenta y dos kilómetros de distancia de su capital de provincia, Huesca, nos encontramos con una villa que es sitio de paso entre Navarra y Francia.

Actualmente cuenta con una población de unos 10.568 habitantes y es uno de los principales centros turísticos debido a su proximidad con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Sin embargo, otro de sus puntos fuertes es el Festival Folclórico de los Pirineos, el cual se celebra en Jaca anualmente desde el año 1962. Con carácter internacional, dicho festival es un nexo entre ideologías, etnias y razas, y tiene lugar justo a finales de julio o a principios de agosto.


Qué ver en Jaca

Lo primero que llama la atención al llegar a Jaca es la ciudadela (una fortaleza pentagonal muy bien conservada, con fosos, puente levadizo y amplios espacios verdes). Fue construida a instancias del rey Felipe II y a imagen de la fortaleza de Lieja, en Bélgica. Se puede visitar por dentro –hay visitas guiadas de día y de noche- y dar una vuelta completa por fuera, rodeando los glacis. Es un paseo de algo más de un kilómetro durante el cual puedes ver los ciervos que hay en el foso, alrededor de 15 ejemplares.

Muy cerca de allí está la catedral (la primera románica de España, del siglo XI). Dicha catedral es considerada como la primera que se construyó en los reinos ibéricos y corrió a cargo de la voluntad de Ramiro I. La Catedral de San Pedro», construida en el siglo XI por orden de Ramiro I. Dicha catedral se consolida como la primera catedral románica de los reinos ibéricos y tanto su exterior como su interior son dignos de visitar.

Por otro lado, también destacamos el Museo Diocesano, el Palacio Episcopal, el Fuerte de Rapitán, la Torre del Reloj, el Puente de San Miguel, la Ermita de San Pedro de Sarsa, la iglesia del Carmen, la iglesia de Santiago, el Ayuntamiento o la iglesia de San Salvador y San Ginés.

Situado anexo al claustro de la emblemática catedral de Jaca se localiza el Museo Diocesano, el cual fue fundado en el año 1970. En él podremos ver numerosos conjuntos pictóricos murales de Orús, Sorripas, Susín o Ruesta, entre otros, algunos retablos, una lápida romana y otras tallas que consolidan una de las mayores colecciones de arte medieval de toda Europa.

La plaza porticada que hay delante de la iglesia tiene terrazas tanto en verano como en invierno (equipadas con estufas y mantas). Si necesitas un descanso, puedes sentarte en El rincón de la Catedral o Chez Claudine, con ricas tapas, quesos y patés franceses, o en Bodegas Langa (al otro lado de la catedral, una vez pasada la farmacia) con un amplio surtido de vinos del Somontano, que también puedes comprar en su tienda.

Por otro lado, hablando de legados históricos y artísticos, también sería interesante acercarnos hasta el Palacio Episcopal, un edificio que se construyó entre los siglos XVI y XVII. El Fuerte de Rapitán es otro punto interesante, considerado, además, una maravilla de la arquitectura militar.

Dicho fuerte se sitúa a unos 1.442 metros de altitud y desde él se pueden obtener unas impresionantes vistas panorámicas de Jaca, por lo que es un rincón muy recomendable para el turista.

También el Ayuntamiento se merece una visita, una edificación del siglo XVI que corresponde al estilo plateresco aragonés. Fue Ramiro I quien impulsó su construcción allá por el año 1088 y desde entonces se ha situado en la calle Mayormuy cerquita de la Catedral. Frente a este se encuentra la Torre del Reloj, de estilo gótico y hoy en día sede de la Comunidad de Trabajo de los Pirineos.

Nuestro paseo por la preciosa villa de Jaca no estaría del todo completo aún sin visitar y conocer otros cuantos lugares más, tales como el Puente de San Miguel, el cual se construyó en la Baja Edad Media sobre el río Aragón y una multitud de edificios religiosos.

Uno de los más emblemáticos es la ermita de San Pedro de Sarsa, la cual se encuentra situada en la avenida Oroel, aunque actualmente tan sólo sea un recuerdo de lo que fue en el siglo X. Como curiosidad, la ermita fue construida piedra a piedra desde la Peña de su mismo nombre donde fue levantado y hoy en día alberga cuatro paredes toscas y un simple altar, aunque su simplicidad no le resta belleza ninguna.

La iglesia del Carmen se localiza en la calle de su mismo nombre y es otro edificio que deberíamos destacar, ya que en su interior se encuentran tres retablos muy interesantes. Tampoco deberíamos olvidarnos de visitar la iglesia de Santiago, la cual también fue impulsada por Ramiro I, y la iglesia de San Salvador y San Ginés, la cual guarda el sarcófago de la infanta Doña Sancha, hija del rey aragonés Ramiro I.

Jaca se recorre en pocos minutos. Casi en cualquier lugar podrás admirar el perfil del monte Oroel, una de las señas de identidad de la ciudad. Puedes dar una vuelta por la calle Mayor y las calles que la rodean, atravesar el paseo (al que se accede por una escalinata frente a la calle Mayor), y continuar por el paseo de la Cantera, desde donde podrás ver algunos pueblos de los alrededores y el puente de San Miguel, construido en la Baja Edad Media.

Ah, y durante tu paseo no olvides hacer una parada en cualquier pastelería para disfrutar de sus exquisitos dulces: conde, jaqués, chocolatero, lazos… ¡Te chuparás los dedos!


De copas por Jaca

Por muy agotadora que haya sido tu jornada de esquí, la ruta en bici por los alrededores de Jaca o la excursión al Parque Nacional de Ordesa, no deberías perderte el ambiente nocturno de Jaca, con restaurantes y bares muy concurridos tanto en verano como durante los fines de semana de invierno.

La Zona (calle Gil Berges, Bellido y alrededores) concentra decenas de bares de copas, a los que acuden los más jóvenes. Se llenan a partir de las once de la noche y están abiertos hasta la madrugada. Entre los más populares: Dublín, Pintakoda, Al Fin, La Bodeguita del Medio, Bogart y La Cuba. Algunos echarán de menos en esta lista el Cachito, que lamentablemente acaba de cerrar sus puertas.

Una de las recientes sorpresas de la Zona es el Sansanet (antes El Patio y Da Vinci), en la calle Bellido. No te pierdas su terraza interior cuando haga buen tiempo: un verdadero oasis en mitad de la ruidosa calle. Y si quieres picar algo entre trago y trago, pásate por La Esquina, entre Bellido y Gil Berges.

El área que rodea la plaza del Marqués de la Cadena (también conocida como plaza de la cárcel o de Ramiro I) es la otra gran ‘zona’ de bares, algo más tranquila y con público a partir de los treinta. Allí está El Trillo, el Café, Viviana (si vas en verano, no dejes de visitar su terraza interior) o el Zarauz.

Al margen de estos dos circuitos, puedes escoger otros locales, como La Dama Blanca en la calle San Nicolás, el Pilgrim (junto a la entrada a la ciudadela), Aledaños (plaza Cortes de Aragón, 8), o el restaurante japonés de la avenida del Primer viernes de mayo, con terraza exterior y amplios miradores interiores orientados hacia la calle mayor y el paseo. Además de copas, en casi todos sirven tapas -y helados en verano- a casi cualquier hora del día.


Los alrededores de Jaca

Jaca es un buen punto de partida para conocer el Pirineo aragonés. Hacia el este, por la carretera a Sabiñánigo, puedes ir al Parque Nacional de Ordesa -precioso en cualquier época del año, y  espectacular con nieve- o a conocer el valle de Tena, donde están las estaciones de esquí de Formigal y Panticosa; y pueblos que te sorprenderán, como Sallent y, especialmente, Lanuza (allí se celebra en verano el festival Pirineos Sur, sobre en un escenario que flota sobre las aguas del pantano que a punto estuvo de acabar con el pueblo).

A 24 km hacia el norte, por la carretera de Francia (N-330) está Canfranc, la antigua estación internacional de tren que merece una visita (y no sólo por la impresionante fachada del edificio, sino por su interior, actualmente cerrado; y la parte trasera, donde hay un montón de viejos trenes de madera).

Hacia el oeste, por la carretera de Pamplona, merece la pena ir a ver dos pueblos típicos del pirineo, Hecho y Ansó, con casas de piedra, imponentes chimeneas y tejados de pizarra. En Hecho puedes probar las famosas migas de Casa Blasquico. Si tienes tiempo, acércate a conocer la Selva de Oza y el valle de Zuriza. No te defraudarán.

Y, finalmente, una visita casi obligada: el monasterio de San Juan de la Peña, a 24 km de Jaca. El monasterio, cubierto por la enorme roca que le da nombre, comenzó a construirse en el siglo X y alberga una iglesia prerrománica. Se puede llegar hasta allí por la carretera de Pamplona, pasando por Santa Cruz de la Serós (un pequeño pueblo que merece una parada). La vuelta a Jaca se puede hacer por la carretera que lleva a Bernués y, de nuevo, a Jaca.


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